Ayer, sábado 24 de octubre, la parroquia del Inmaculado Corazón de María de Vigo estaba doblemente de aniversario. Por un lado celebraba sus bodas de oro, los 50 años de historia desde la creación del templo parroquial en 1970. Por el otro, se cumplían 150 años desde la muerte de Antonio María Claret, padre fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María que dan nombre a la parroquia.
2020 se quería convertir en un año de gran celebración para esta comunidad parroquial coordinada por el padre Alfredo García, párroco y religioso claretianos en Vigo. Se vaticinaba un tiempo de reflexión acerca de la importancia de la misión, con talleres, retiros y otras actividades repartidas a lo largo de todo el año. El coronavirus trunco todos los planes.
En medio de la reciente entrada en la Fase 2 de Galicia, con el 50% del aforo disponible en el templo y una borrasca de nombre Bárbara, el Corazón de María acogió la celebración de la Eucaristía presidida por nuestro obispo, Luis Quinteiro Fiuza, quien recordó a los presentes la importancia de la misión de la Iglesia a la evangelización, de la cual esta parroquia ha sido testimonio desde su creación, gracias también al carisma de San Antonio María Claret. Al finalizar la celebración, Alfredo García agradeció la labor de sus antecesores y el compromiso de los laicos colaboradores de la parroquia a quienes invitó a abrir nuevos caminos, los ya imaginados y los que quedan por descubrir.
