Queridos hermanos y hermanas:
Después de muchos días sin poder reunirnos en la iglesia, a causa de la pandemia que nos ha obligado a confinarnos en nuestros hogares, hoy, por fin, podemos hacerlo llenos de alegría y esperanza.
Celebramos en este Domingo la jornada del enfermo, que tiene como lema: “Acompañar la soledad”. En esta fecha la Iglesia nos invita a rezar de un modo especial por los enfermos y por los que los cuidan y acompañan, además de recordarnos a todos los cristianos la especial preocupación que hemos de tener por los que más sufren en nuestra sociedad.
Esta llamada de la Iglesia a acompañar la soledad de los que sufren, nos ayuda a volver nuestra mirada hacia estos días duros que hemos vivido en la lucha contra el coronavirus y hacia el tiempo que nos espera de atenta vigilancia para precavernos de posibles contagios.
En primer lugar, elevamos al Señor nuestra oración por todas las víctimas del COVID-19 que, en muchos casos, han tenido que partir de este mundo privados de la compañía de los seres más queridos. Durante mucho tiempo quedarán en nuestra memoria esas escenas de soledad en la muerte y en la despedida en los cementerios. Recordamos también en nuestras súplicas a las familias que han vivido la dolorosa experiencia de la muerte de familiares queridos.
Queremos, además, dar gracias al Señor por la entrega generosa de tantos profesionales. Su actuación, ejemplar y abnegada, nos ha permitido a muchos afrontar con ánimo sereno las difíciles circunstancias que nos han tocado vivir. Destacamos, por encima de todos, a los médicos y al personal sanitario por su dedicación heroica y sin reservas.
El poder estar aquí, de nuevo juntos, en la iglesia es un regalo que fortalece nuestra esperanza y nos anima a reemprender el camino de cada día unidos en la fe. Al tiempo que renovamos nuestra convicción de caminar juntos en la Iglesia, el Señor nos invita a fortalecer la fe de nuestros padres en la práctica de las virtudes cristianas. Necesitamos fe para creer en las posibilidades que Dios ha puesto en nuestras manos. Necesitamos esperanza para construir un futuro que se presenta lleno de incertidumbres pero cargado de deseos de renovación. Necesitamos caridad para abajarnos, como Cristo buen samaritano, hacia el hermano más débil y vulnerable; porque esta crisis sanitaria traerá consigo una crisis económica y social que exigirá de todos, creyentes y no creyentes, un renovado compromiso por la solidaridad.
La responsabilidad ante la salud pública nos obliga a cumplir las normas que las autoridades competentes han establecido. Vosotros ya las venís cumpliendo en la vida personal y social. La Diócesis y nuestras parroquias quieren poner el mayor esfuerzo en respetar las medidas tomadas para prevenir cualquier posible contagio. Nos preocupa la salud de todos y nuestras celebraciones pondrán en ello un exquisito cuidado. Entiendo que esto pueda ser causa de algún inconveniente o contratiempo, os pido paciencia y comprensión. Con vuestra colaboración y responsabilidad nuestras celebraciones serán el signo más hermoso de una Iglesia que camina con fuerza y con alegría.
Celebramos de corazón el poder estar aquí juntos alabando al Señor. En estos días pasados nos hemos dado cuenta, una vez más, de lo decisiva que es la fe en la vida. Esta Eucaristía de Pascua nos invita a la alegría por poder manifestar nuestra fe en Jesucristo Resucitado y por este reencuentro, añorado quizá como nunca en la vida. Demos gracias a Dios por el inmenso don que significa celebrar la fe unidos como comunidad parroquial, según el ejemplo de aquellas primeras comunidades cristianas en las que la fe y la vida estaban tan unidas. Y pidamos que pronto toda la comunidad cristiana podamos reunirnos sin que ello suponga ningún riesgo para la salud.
Como pastor de la Diócesis quiero agradecer con todo mi corazón el gran esfuerzo de vuestros párrocos por mantener, a pesar de las dificultades, el contacto cercano con todos vosotros en estos días de confinamiento en el hogar. A ellos también les encomiendo con toda mi confianza el cuidado pastoral de cada uno de vosotros en esta nueva etapa de lucha contra el coronavirus.
Para todos vosotros pido ante todo la salud y la fuerza del Espíritu para acometer con valentía el tiempo nuevo que tenemos por delante.
Unidos en el Señor.
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo