El mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de este año 2022 nos propone un importante compromiso durante este tiempo, tan oportuno para hacer cambios en nuestra vida: hacer el bien a todos, mientras tenemos la oportunidad.
El Papa cita este conocido texto de la carta a los Gálatas de San Pablo y en torno a él construye su mensaje para esta Cuaresma:
“No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos” (Ga 6, 9-10).
1.-Sembrar
San Pablo evoca la imagen de la siembra y la cosecha, tan utilizada por Jesús para hablar del Reino de Dios. Hay un tiempo propicio para sembrar con vistas a la cosecha. El sembrador sabe que hay un tiempo favorable para poner la semilla en el surco. También los cristianos debemos buscar el tiempo oportuno para sembrar la semilla de Dios en nuestras vidas. La Cuaresma es uno de esos tiempos porque nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, a comprender que lo verdaderamente importante de nuestra vida no radica tanto en el poseer como en el dar y a discernir que el fin de nuestra vida no es acumular, sino sembrar el bien y compartir.
Sembrando el bien en la vida de los demás nos hacemos colaboradores de la acción de Dios y de su bondad. Sembrar el bien para los demás nos libera de la estrecha lógica del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios.
El sentido auténtico de la vida no se alcanza en el corto horizonte de la vida terrena, como de modo insuperable pone de relieve la literatura sapiencial cristiana. Por eso hay que alargar la mirada y abrirnos al último día sin ocaso. El fruto completo de nuestra vida y de nuestras acciones es el “fruto para la vida eterna” (Jn 4, 36). Esta esperanza es la gran luz que Cristo resucitado trae al mundo.
2.- Hacer el bien desde la esperanza cristiana.
En los últimos tiempos fue el Papa Bendicto XVI, en su encíclica Spe salvi, quien habló de la esperanza cristiana más detenidamente. Con su acostumbrada claridad nos dice que “para nosotros que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con Dios, resulta ya casi imperceptible. Porque llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza” (Spe salvi, 3).
La fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir y que está totalmente ausente. La fe nos da algo ya que el hecho de que este futuro exista cambia el presente, al estar éste marcada por la realidad futura.
La esperanza cristiana es la propuesta existencia del cristiano frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, ante la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de tantos seres humanos.
Como dice el profeta Isaías, Dios da fuerzas al que está cansado y acrecienta el vigor del que está exhausto (Cfr. Is 40,29). Por ello, la Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor, porque solo con los ojos fijos en el Señor resucitado podemos acoger la exhortación de San Pablo: “No nos cansemos de hacer el bien”.
Hacer el bien es implicarse en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría; aprovechemos especialmente este tiempo para cuidar a quienes tenemos cerca; busquemos a quien está necesitado; escuchemos al que no tiene con quien comunicarse y sufre la soledad. Pongamos en práctica la invitación de hacer el bien a todos, entregando nuestro tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados.
3.-Sin desfallecer, a su tiempo cosecharemos.
La Cuaresma nos recuerda cada año que “el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre, han de ser conquistados cada día” (Fratelli tutti, 11). Por tanto, pidamos a Dios la paciente constancia del agricultor para no desistir en hacer el bien. En este tiempo de conversión, unidos en el corazón de la Iglesia y con la fuerza de la gracia de Dios, no nos cansemos de sembrar el bien. Preparémonos con el ayuno y la oración para hacer fecunda nuestra vida con la caridad.
Tenemos la certeza en la fe de que, si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos y de que, con el don de la perseverancia, alcanzaremos los bienes prometidos para nuestra salvación y la de nuestros hermanos.
Que la Virgen María, nuestra madre, nos obtenga la gracia de ser pacientes y no desfallecer en nuestro camino de conversión, siempre bajo su amparo y protección.
Vigo, 2 de marzo de 2022.
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo