29 de marzo de 2024

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San Eustasio
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El Santo Cristo de la Victoria y la solidaridad

El Santo Cristo de la Victoria y la solidaridad

“Y el Santísimo Cristo triunfó”, cantamos en el himno del Cristo de la Victoria. Después de dos años muy duros de pandemia, volvemos de nuevo a poder celebrar con toda solemnidad y devoción esta gran fiesta. La imagen del Santo Cristo salió esta tarde a recorrer nuestras calles y volvió a saludar con su dulce mirada a todos los devotos. Todos teníamos mucha necesidad de volver a vivir esta experiencia que nos da tanta paz. Sí, el Santísimo Cristo de la Victoria nos da paz: la paz de sentirnos seguros con él; la paz de estar todos juntos en su compañía; la paz de sentir que vivimos en una ciudad hermosa y rica en solidaridad.

Estamos intentando salir de un tiempo muy difícil. El Covid ha golpeado duramente a muchas personas. Muchos hemos vivido en nuestras propias casas la trágica partida de seres queridos que nunca olvidaremos. Otros muchos han tenido que luchar, otros siguen luchando todavía, para salir a flote de esta terrible desgracia que ha sorprendido al mundo. Ninguno de nosotros es lo mismo después del Covid, ni mejor ni peor, sino distinto porque ya nadie nos quitará esa sensación de vulnerabilidad que creíamos superada.

La celebración de la fiesta del Cristo de la Victoria nos recuerda que no caminamos solos, que formamos parte de una familia, de una ciudad, de una parroquia; nos recuerda que la flaqueza de los más débiles debe ser ayudada por la generosidad de los más fuertes. Esta fiesta nos invita a abrir nuestra vida a la colaboración con todos, a compartir con los más necesitados. Vivimos en una tierra muy solidaria, pero nos cuesta colaborar en proyectos compartidos. La devoción al Santísimo Cristo de la Victoria nos invita a pensar juntos nuestro futuro porque caminando juntos somos más fuertes, vemos más lejos, sabemos que no podemos dejar a nadie tirado en el camino. No olvidemos nunca que en tiempos recios solo se avanza caminando juntos.

También la plaga de la guerra sigue presente en nuestro mundo y esta vez más cerca de nosotros y afectándonos de lleno en la precariedad del modo de vida, especialmente de las personas y familias más necesitadas. La guerra, junto con la enfermedad, es la plaga más terrible del mundo. Hoy le pedimos al Santísimo Cristo por la paz en el mundo, por la paz en Ucrania. Un mundo en guerra es un mundo injusto.

En esta fiesta del Santísimo Cristo de la Victoria tenemos que renovar nuestro pacto de lucha incansable contra la injusticia. La justicia y los derechos fundamentales son algo irrenunciable en la vida. Nuestra sociedad tiene que velar incansablemente para que, en el cuidado de los derechos fundamentales de la persona, se respete la justicia. No es posible el progreso social sin la adecuada atención a los más vulnerables, a los desprotegidos, a los inocentes, a los disminuidos físicos y mentales, a los mayores. Nunca como hoy estuvimos tan preparados para afrontar este gran reto de la justicia social. Tenemos que poner en valor la importancia del compromiso personal con la solidaridad. En un mundo como el nuestro uno no puede vivir su vida de espaldas a la responsabilidad de quien te pueda necesitar. Tenemos la obligación de compartir con los más necesitados lo que la vida nos otorgó generosamente. Sin la apertura a los demás, la vida se vuelve muy pobre.

En este compromiso social los devotos del Santísimo Cristo de la Victoria tenemos que dar ejemplo y, en este campo, la archicofradía del Santo Cristo tiene ante sí un gran reto en los próximos años. Hay que ayudar a los jóvenes a mantener sus ideales para que puedan formar familias generosas e ilusionadas. Hay que atender a tantos hundidos en las desgracias de la vida para que puedan recuperar su dignidad y disfrutar de una existencia plena. Tenemos que crear programas de excelencia para acompañar a los que viven limitados por deficiencias físicas y mentales. No podemos resignarnos a que nuestros mayores vivan tristes sus días más contados. Todo será posible si somos solidarios.

Pensaréis que estoy soñando. Sí, y hoy os invito a soñar a todos porque algún día estos sueños se harán realidad y el Santo Cristo de la Victoria los bendecirá.

Que el Santísimo Cristo de la Victoria os bendiga a todos vosotros y a vuestras familias, que bendiga a nuestra ciudad y a todos sus habitantes, especialmente a los enfermos y a los más necesitados. Amén.

 

+ Luis Quinteiro Fiuza

Obispo de Tui-Vigo