“El espíritu del Señor está sobre mí; él me envió a llevar la Buena Nueva a los pobres” (Is. 60,1)
Éstas son las palabras que el profeta Isaías pronunció ante su pueblo en aquellos años en los que Israel andaba errante a causa de sus desvaríos. Siglos más tarde, serán estas mismas palabras las que proclamará Jesús en la sinagoga de su pueblo Nazaret, añadiendo, para escándalo de todos, que “hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acabáis de oír”. Y éstas son las palabras que acaban de resonar, proclamadas, en nuestra asamblea que se ha congregado para celebrar, muy unidos, esta Misa Crismal. Éstas son las palabras que resumen la misión de un Dios Amor en todos los tiempos.
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Esta es una Eucaristía muy especial para nosotros los sacerdotes. En esta Misa Crismal, anticipación del Jueves Santo, los sacerdotes nos sentamos a la mesa con Jesús que nos reúne como a los apóstoles en la última Cena. Y saboreamos, asombrados como aquellos discípulos primeros, las palabras que salen de la boca de Jesús:” Tomad y comed. Esto es mi cuerpo”. Y, levantando el cáliz, dijo: “Tomad y bebed. Esta es la sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por todos vosotros”. “Haced esto en memoria mía”.
Y desde entonces estas palabras hacen nacer de nuevo la Iglesia de Jesucristo entre los hombres de todos los tiempos. En cada Eucaristía que celebramos, Jesucristo, el cordero inmolado por la salvación de los hombres, se hace verdaderamente presente entre nosotros.
Con tanta razón el Papa Urbano IV le pidió a Santo Tomás que compusiera himnos en honor de la Eucaristía, como aquellas sublimes expresiones del “Adoro te devote”: “O memoriale mortis Domini. Panis vivus vitam praestans homini. Praesta meae menti de te vivere”.
La Eucaristía siempre ha estado en el corazón y en el palpitar más profundo de la Iglesia. Los últimos Papas se han esforzado verdaderamente por renovar la celebración y la vivencia del misterio de la ·Eucaristía en la Iglesia de hoy, siempre con una especial referencia a la eclesiología del Concilio Vaticano II.
En referencia al misterio eucarístico y a su inseparable compromiso social, el Papa Emérito Benedicto XVI ha escrito páginas bellísimas que son referentes esenciales de la mejor teología contemporánea.
La decisiva contribución del Papa Francisco a una pastoral en conversión no se puede entender, en modo alguno, sin la vivencia profunda del misterio de la Eucaristía, presencia radical y primera de la vida de los sacerdotes y de todos los cristianos. La transformación misionera de una Iglesia en salida, como él nos propone, solo es posible desde corazón del Evangelio, en cuyo núcleo está la memoria de Cristo muerto y resucitado, perennemente actualizada en la Eucaristía.
Muy importante para nosotros, sacerdotes y seminaristas, es, a este respecto, la propuesta que nos hace el Papa Francisco, a través de la Congregación para el Clero, con la Nueva Ratio Fundamentalis institutionis sacerdotalis ( El don de la vocación presbiteral ). Allí se nos habla con toda claridad del camino de la formación sacerdotal como configuración con Cristo: “Los presbíteros, configurados en su ser como Cristo cabeza, Pastor, Siervo y Esposo, participan de su único sacerdocio y de su misión salvífica”. Y añade: “Estas características de la persona de Cristo ayudan a comprender mejor el sacerdocio ministerial de la Iglesia, inspirando y orientando, bajo la acción del Espíritu, la formación de los seminaristas, para que, insertos en el misterio trinitario, alcancen la propia configuración con Cristo” ( Ratio,35 )
La nueva Ratio hable de este modo de la Eucaristía y del sacerdocio ; “Las palabras de Jesús en el Cenáculo expresan la reciprocidad específica entre la Eucaristía y el Sacerdocio. Se trata de dos sacramentos nacidos juntos y que están indisolublemente unidos hasta el fin del mundo. De esta manera, el ministerio y la vida del presbítero están esencialmente enraizados en la Eucaristía”.( Ratio,36 )
La Ratio fundamentalis ha sido aprobada por el Papa en el año 2016 con la petición expresada de que las diversas Conferencias episcopales confeccionasen sus respectivas Ratio nacionales. La Conferencia episcopal española ha cumplido esta misión, aprobando por mayoría absoluta una nueva Ratio para España que solo necesita la “recognitio” de la Santa Sede para ser publicada. Es un documento en que los obispos españoles han puesto su mayor empeño. En esta Ratio se ponen además las bases de un tratamiento a fondo de la formación permanente del sacerdote y que deberemos trabajar todos en un próximo futuro.
Es por tanto un documento eclesial de referencia para nuestros seminarios y para la vida personal y diocesana de cada uno de nosotros. (Tan pronto se publique os mandaré un ejemplar como regalo de este día).
Encomendamos a todos nuestros hermanos sacerdotes que viven entregándose a sus comunidades y que no están hoy con nosotros. Nos acordamos especialmente de los sacerdotes enfermos, de los sacerdotes mayores, de los sacerdotes jóvenes y de todos aquellos que están pasando por momentos no fáciles.
Vamos ya a la mesa de la Eucaristía, llevando a todos en nuestro corazón y de modo muy especial a aquellos que el Señor nos confió. Amén.
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo