Estimados en Cristo:
El plan pastoral 2019-20 se enmarca dentro de un plan trienal (2019-23) que tiene como objetivo general:
Renovar, por medio de acciones concretas, los ámbitos significativos de la pastoral diocesana: Palabra, Liturgia, Caridad y Comunión.
Lo primero que vemos en todo plan pastoral son las acciones que le dan forma, pero me gustaría enmarcarlas en el contexto que le da sentido. En este caso: el Consejo Diocesano de Pastoral, encargado de elaborar el Plan; y el ejercicio del triple oficio (enseñar, santificar y regir) del que participa todo el Pueblo de Dios.
El Consejo Diocesano de Pastoral: Un organismo de comunión al servicio de la evangelización
El pasado 8 de junio se constituía el Consejo Diocesano de Pastoral. Este Consejo que “debe ser una imagen de la porción del Pueblo de Dios que conforma la Iglesia particular” (JUAN PABLO II, Apostolorum successores, 184), es también uno de los principales órganos diocesanos al servicio de la comunión.
Agradezco a las 49 personas que integran el actual Consejo de Pastoral que hayan aceptado formar parte del mismo, poniendo así al servicio de la Iglesia su tiempo y sus dones. El actual Plan Pastoral se debe, en buena medida, a su esfuerzo y trabajo. Entre los meses de junio y agosto el Consejo Diocesano de Pastoral tuvo dos reuniones plenarias y dos de la comisión permanente. Cuatro reuniones en las que, con libertad, hondo sentir eclesial y espíritu de comunión, se elaboró el presente Plan Pastoral. Por ello, mi gratitud y bendición.
Enseñar, santificar y regir: Misión de todos según la vocación de cada uno
Todos los fieles ejercen una función pastoral pues todos participan del triple oficio (tria munera) de Cristo. Todos, cada quien según su propia vocación, son: sacerdotes que celebran la fe; profetas que anuncian la Buena Nueva; reyes que sirven con su caridad al Pueblo de Dios.
Por eso, a la hora de diseñar el Plan Pastoral se ha tenido presente este triple oficio que se ha reflejado en tres acciones.
La primera acción, Crear grupos parroquiales donde comunicar la vida y compartir la fe, está relacionada con la función profética; con el dejar que la propia vida y la de nuestras comunidades se ilumine con el resplandor de la Palabra.
Esta es una acción en la que tengo depositadas grandes esperanzas. Creo que cubre un espacio pastoral que estaba sin ocupar, al tiempo que ofrece a las parroquias y comunidades la posibilidad de un encuentro organizado y sistemático para todo el ámbito diocesano.
La segunda acción, Organizar un curso de formación para dirigentes de las ADAP, está vinculada con la función sacerdotal y litúrgica; el Pueblo se reúne para rezar.
Esta acción nace de una necesidad sentida desde hace años en esta Diócesis, pues ya el Sínodo diocesano se pronunciaba al respecto (Cf. Constitución Sinodal, 53). Conviene que en aquellas parroquias y comunidades donde resulta imposible la celebración de la Santa Misa, el Pueblo de Dios se reúna, incluso en la dolorosa ausencia de un sacerdote, para alabar a Dios y para pedir con insistencia por las vocaciones sacerdotales, de tal manera que no se vean privados de la gracia que el ministerio ordenado les ofrece.
La tercera acción, Promover una campaña de sensibilización sobre las personas migrantes, está unida a la función real que se expresa en el ejercicio de la caridad y la misericordia, de la promoción humana y el desarrollo integral de la persona.
Esta acción nos sitúa ante uno de los mayores problemas sociales que estamos viviendo. El Papa Francisco no deja de insistir en que la pastoral de los migrantes debe estar regida por cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar.
Conclusión
Somos una Diócesis con un territorio reducido y no excesivamente numerosa en fieles, no contamos con demasiados medios para poder llevar adelante nuestra misión; pero queremos ser una comunidad que se construye en los pequeños detalles cotidianos, porque:
La comunidad que preserva los pequeños detalles del amor, donde los miembros se cuidan unos a otros y constituyen un espacio abierto y evangelizador, es lugar de la presencia del Resucitado que la va santificando según el proyecto del Padre (FRANCISCO, Gaudete et exsultate, 145).
Tenemos un Plan: hemos trazado un camino y señalado unas acciones; hemos concretado un calendario y unos responsables. La parte teórica está finalizada, ¿seremos capaces de poner en marcha la parte práctica? Con la ayuda del Espíritu y la voluntad de todos, confío que sí.
Con todo mi afecto,
+ Luis Quinteiro Fiuza
Obispo de Tui-Vigo