Ana María Mariño, Maricarmen Pereira, Ángela Rosa Romero y Francisco Cabaleiro compartieron su experiencia en los diferentes ámbitos pastorales en los que trabajan, para mostrar que es posible abrazar la vida en medio de las dificultades familiares, del sufrimiento, de la enfermedad o de la vejez. Sus testimonios formaron parte de la mesa redonda que la delegación de Pastoral Familiar organizó, el pasado 25 de marzo, en los locales parroquiales del Corazón de María en Vigo, para celebrar la Jornada por la Vida, que la Iglesia en España celebró bajo el lema «Abrazando la vida, construimos esperanza».
En esta ocasión, el Año Jubilar 2025, que el papa Francisco convocó bajo el lema «Peregrinos de esperanza», enmarcó la celebración de esta jornada. Así, el sacerdote dominico y presidente de la CONFER de Tui-Vigo, Edgardo Quintana, inauguró la mesa redonda explicando cuáles son los signos de esperanza que el santo padre nos invita a vivir durante este año jubilar. Esta introducción teológica del padre Edgardo finalizó con un breve momento de oración, en el que se encendieron las siete velas de una menorá hebrea para pedir por la paz, por las personas privadas de libertad, por los enfermos, por los jóvenes, por los migrantes, por los ancianos y por los pobres.



La ronda de testimonios comenzó con Ángela Rosa Romero, que expuso el trabajo que desarrollan los voluntarios del Centro de Escucha de Vigo acompañando a familias y parejas con dificultades, destacando especialmente la gratuidad y privacidad de este servicio que ofrece la diócesis tudense. A continuación, le tomó el relevo Maricarmen Pereira, madre de familia y coordinadora de un grupo de acompañamiento para mujeres y hombres separados; ella, que vivió el drama de la separación conyugal en primera persona, compartió su experiencia y el apoyo que la Iglesia le ofreció en todo momento, declarando que hay vida y esperanza tras un proceso de separación.
Hablar de la vida no se reduce al ámbito únicamente de la familia o de la pareja. Ana María Mariño, voluntaria de Pastoral de la Salud, y Francisco Cabaleiro, capellán de hospital, hablaron de la importancia de llevar la esperanza y el consuelo a personas mayores en residencias y a enfermos en hospitales. Ambos se mostraron agradecidos y declararon que, en múltiples ocasiones, son los enfermos y mayores los que les transmiten a ellos la esperanza de abrazar con fuerza la vida en todas sus circunstancias.



Finalizada la mesa redonda, la celebración continuó en el templo parroquial del Corazón de María con la eucaristía presidida por el obispo de Tui-Vigo, monseñor Antonio Valín. Durante su intervención, el prelado tudense expresó que la Jornada por la Vida es una ocasión para «agradecer y proponer el Evangelio que es el gran signo de esperanza de Dios a la humanidad» y expresó que, con motivo de la solemnidad litúrgica de la encarnación —que la Iglesia celebra el 25 de marzo—, «recordamos el sí de María que engendra vida, para que nuestro compromiso sea decir sí a la vida: sí, a aquel vulnerable; sí, a aquel que está en una situación de indefensión; sí, al hermano que está conmigo y camina conmigo. Eso es lo que Dios quieren, porque él nos llena de esperanza y nos da la vida».


«Abrazando la vida, construimos esperanza» es el lema que se propuso para la Jornada por la Vida 2025. En el mensaje publicado con motivo de esta jornada, los obispos de España afirmaron que uno de los signos de esperanza más importantes consiste en tener «una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás». En este sentido, subrayaron que esta visión esperanzada tiene mucho que ver con haber encontrado el sentido de la propia existencia. En medio de esta sociedad de ruidos y prisas, en la que se muestra como camino de felicidad la satisfacción de todos los deseos, los obispos indicaron que «resulta imprescindible invitar a una reflexión profunda que ayude a plantearse las preguntas más fundamentales».