Publicado en la tribuna de Faro de Vigo el 17 de agosto de 2022
Don Juan cumplió 90 años y lleva 55 como párroco de Coruxo. Con tal motivo, los vecinos de su parroquia organizaron una serie de actos para celebrar tan singular efeméride.
A las 11.00 horas del pasado 6 de agosto, el obispo D. Luis Quinteiro celebró la santa misa en esta iglesia de 1213, que con Castrelos y Bembrive son las más antiguas del ‘interland’ de la ria de Vigo.
Allí presentaron el pan y el vino dos de mis amigos, el matrimonio que forman Tomás y Margarita. Tomás es un exejecutivo del Banco de Bilbao.
D. Luis nos habló de la singularidad de D. Juan en sus 55 años al servicio de los vecinos de Coruxo, con momentos alegres como bautizos y comuniones, y también con otros tristes como la muerte de familiares y amigos.
No es fácil ni estar la friolera de 55 años en una misma parroquia ni estar tan lúcido a los 90 años como él está. Yo personalmente le voy a escuchar los domingos a las doce y media de la mañana en la capilla de O Vao. Su voz es clara y su capacidad de síntesis nos aporta temas para estar más cerca del Señor.
Con una iglesia a rebosar, al finalizar la Unión Musical de Coruxo, creada en 1880, nos deleitó con unos pasodobles y muñeiras interpretadas por más de cincuenta músicos con sus partituras, demostrando ser unos virtuosos consagrados y, algunos de ellos muy jóvenes. En el atrio de la iglesia hay un olivo frondoso con más de tres siglos.
Tuve el privilegio de que, durante el concierto, estaba al lado de D. Juan. Y, al otro, estaba Emilio Italiani Valverde, mecánico de mantenimiento de fabricas de conservas. Hombre encantador y sencillo.
Al terminar el concierto se descubrió una placa conmemorativa de este día en que celebramos la transfiguración, en la que el Señor hizo subir al monte Tabor a Pedro, Juan y Santiago mostrándoles su gloria en compañía de Moisés y Elías.
Una vez descubierta la placa, Enrique Sanjuán hizo una brillante exposición de la trayectoria de D. Juan.
Allí tuvimos la oportunidad de ver bailar a una pareja en la cual a moza guapa bailaba con un pan encima de la cabeza. Duró más de cinco minutos y el pan no se le cayó y pudimos comprobar que no estaba pegado.
D. Juan agradeció el homenaje, así como la asistencia al almuerzo que se celebraría en el hotel Coia a las dos y media del mediodía.
En su agradecimiento, D. Juan dijo algo muy sencillo y profundo: que toda su labor fue posible gracias a la simbiosis entre el párroco y los vecinos. De lo contrario no sería posible.
Tuve oportunidad de saludar a muchos vecinos de la zona. A Pilar y a Pepe, que me suministran con regularidad unos sabrosos chocos que me recuerdan a mi tierra natal, Redondela.
El homenaje que le tributamos a D. Juan es el símbolo de lo que debe ser un buen pastor: oler a oveja. Y es lo que ha hecho D. Juan en estos 55 años como párroco de Coruxo.
Tenemos que agradecer al señor que D. Juan, con 90 años, tenga esa lucidez propia de los 50. El Señor nos ofrece a veces –y sobre todo como tenemos la inteligencia el buscar tranquilidad– momentos para oír la voz del Señor.
Larga vida para D. Juan y, los demás, que lo veamos.