Publicado en Faro de Vigo, o domingo 21 de maio, con motivo da Xornada Mundial das Comunicacións Sociais
A la fiesta religiosa de la ascensión, que este año se celebra el 21 de mayo, la Iglesia une la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el lema esta vez de comunicar «con el corazón». En años anteriores el papa en sus mensajes a los comunicadores les había invitado a enterarse de la realidad concienzuda y objetivamente y, pedagógicamente les indicó entonces, que su tarea debía apoyarse en los verbos «ir, ver y escuchar». En esta ocasión centra el mensaje a los mensajeros invitándoles a que, después de indagar adecuada y verazmente la realidad, la cuenten a los destinatarios escribiendo y hablando «con el corazón». Y a este propósito les recomienda a ellos y a nosotros «el compromiso por una comunicación con el corazón y con los brazos abiertos, que no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a decir la verdad, y a hacerlo con caridad».
Esa recomendación la concreta más adelante argumentándolo así: «Hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz allí donde hay guerra; para abrir senderos que permitan el diálogo y la reconciliación allí donde el odio y la enemistad causan estragos». Hablar o escribir con el corazón es ponerse previamente en estado de escucha, de diálogo y de afecto para llegar al encuentro con el otro. Porque «en el dramático contexto del conflicto global que estamos viviendo, es urgente afirmar una comunicación no hostil. Es necesario vencer la costumbre de desacreditar rápidamente al adversario aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso».
Nuestro tiempo, dice el papa y esto vale también para los destinatarios de los medios, «necesita comunicadores no ensimismados, sino audaces y creativos, dispuestos a arriesgarse para hallar un terreno común donde encontrarse… se ha de rechazar toda retórica belicista, así como cualquier forma de propaganda que manipule la verdad, desfigurándola por razones ideológicas. Se debe promover, en cambio, en todos los niveles, una comunicación que ayude a crear las condiciones para resolver las controversias». Parece claro que el mensaje está reclamando a gritos para nuestro tiempo periodistas libres, sólo comprometidos con la verdad y su personal honestidad; nada dados a la forzada tortícolis de atender a lo que le dicten los poderosos, los interesados y los manipuladores. Hoy más que nunca hay que suplicar a los comunicadores que se esfuercen en hacer realidad en sus vidas la sugerente invitación de Jesús de Nazareth «la verdad os hará libres», que realmente se logra cuando uno puede desempeñar su profesión con ilusión y escribiendo o hablando «con el corazón».
Con ocasión de Día Mundial de la Libertad de Prensa que celebramos el pasado día 3 de mayo, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) se unió a otras federaciones internacionales de prensa en sus peticiones de que se refuerce la libertad de prensa, reclamando de los gobiernos investigar y responder a los ataques contra los medios de comunicación. Y para ello, solicitó «la adopción urgente» de un instrumento vinculante de la ONU que garantice una «mayor seguridad e independencia» de los periodistas, pues en general «se lamentan los pasos atrás que está dando la libertad de expresión», hoy «tan lejos de actuar como lo que debe ser: el motor de los demás derechos humanos».
Po eso la FAPE subrayó la necesidad de luchar —y yo me siento en la obligación de denunciarlo también, para no ser cómplice silencioso de lo que en nuestro país ha dado ya muchos pasos atrás—, contra «las amenazas que sufre hoy en día la libertad de prensa, en alusión a las ruedas de prensa sin preguntas, los vetos al acceso a la información, los señalamientos, las agresiones a periodistas, el requerimiento de fiscales y jueces para revelar fuentes, las querellas abusivas para frenar las investigaciones o la precariedad en el empleo», que inciden tan negativamente en un periodismo auténtico y de calidad. Se le está poniendo muy difícil al periodista, que tiene que asegurar a su familia el sustento diario, poder hablar o escribir libre de ataduras como bomberos de la mentira que somos”.
Santo Padre Francisco, en nombre de los profesionales de la comunicación, le agradezco infinitamente estos recordatorios anuales de lo que, nosotros los primeros, deseamos sea la pauta elemental de nuestra tarea diaria —escribir con un corazón honesto y libre—, pero aprovecho también la jornada de los medios para pedir a Su Santidad que «de corazón» encomiende nuestras tareas que, en ocasiones incluso a nosotros tanto nos descorazonan…