Artigo publicado o xoves 22 de xuño no Faro de Vigo.
Al cumplirse, el pasado 10 de junio, el segundo aniversario del fallecimiento del muy conocido, entre profesores y alumnos del claustro de la universidad viguesa, como “don Celso” (Rodríguez Fernández), mi amigo y profesor de esa universidad, Luis Domínguez Castro, tuvo el detalle de acercarme el volumen que, como homenaje, acaban de dedicarle la universidad y muchos compañeros de facultad: “a modo de pequeña muestra de público reconocimiento para quien fuera durante tantos años nuestro compañero, maestro, amigo o todas esas cosas a la vez. Porque don Celso acompañó la andadura de la facultad de letras de Vigo desde sus inicios…Él fue por tanto, historia viva y piedra angular en la construcción de nuestra joven universidad.”
Jó! Luis, muchísimas gracias. Me conoces e imaginas cuánto estoy divirtiéndome con algunos de los numerosos ensayos del volumen “Postremum Munus”: un “último regalo” “al maestro y al compañero que tanto nos regaló a todos, desde los que convivimos con él en el día a día de la facultad viguesa, su última alma mater, como los que le conocieron en otras etapas y ámbitos de su vida, pues el volumen integra firmas prestigiosas procedentes de lugares muy dispares de la geografía, lo que deja ver a las claras la riqueza de una biografía bien cumplida”, escriben los coordinadores de la edición Helena Cortés, Francisco J. Ledo y Fernando Romo. Y aún me atrevo a copiarles aquí, para los lectores de FARO DE VIGO, otro lúcido párrafo de la presentación del libro-homenaje, que no solo fotografía nítidamente el modo de ser cotidiano de don Celso, sino que, además, lo retrata en la entraña del hábitat humano y de la convivencia ordinaria. Dice así: “si los sacerdotes son a veces vistos con algo de recelo por los profesores de las ramas humanísticas -pues ya se sabe que nuestra especialidad alberga numerosas personalidades bohemias y rebeldes, espíritus libres poco amigos de la clerecía y el olor a incienso-, no fue este el caso de don Celso, apreciado sin reservas por unos y por otros, da igual la ideología, ya que nuestro compañero jamás salió fuera de su cometido de profesor, jamás intentó hacer proselitismo, jamás enarcó una ceja mi se escandalizó al escuchar durante las enjundiosas comidas del mediodía en el comedor de la facultad opiniones contrarias a sus convicciones, sino que se llevó siempre bien con todos, sin intentar cambiar a nadie, solo ayudando cuando era necesario, limitándose a reír con verdadero sentido del humor ante la diversidad del mundo.”
Continuaré avanzando en la lectura de los enjundiosos ensayos del volumen, que indudablemente recomiendo, pero sería imperdonable no hacer una especial referencia a la cariñosa, profunda y divertida Semblanza, que abre el volumen con el título que he tomado para este artículo, y del que es autor el profesor Francisco J. Ledo Lemos. Con un delicioso y atractivo lenguaje gallego, que engancha los oídos y la imaginación, Francisco Ledo va tejiendo una encantadora biografía de don Celso, que entusiasma porque descubre facetas nuevas del biografiado a la vez que, a las ya conocidísimas, les añade un subrayado a partir de sencillos testimonios de protagonistas.
De los primeros años, es decir “de Celsi pueritia” -¡ también originalísima la subtitulación latina de las etapas de la vita Celsi!- descubrimos con asombro que “aquel home tan asentado fora de neno un auténtico trasno”: “tiña unha especial habilidades para facerse con pólvora, que de contado utilizaba nos seus experimentos, e seica mais dunha vez estivo moi a piques de se convertir nun mártir da ciencia…”. Estoy seguro de que la simple enumeración de los titulares que da el profesor Ledo a las principales etapas de la vida de don Celso pueden abrir el apetito para adentrarse en la deliciosa lectura de su biografía y retrato literario: De Celso in Seminario Diocesano Tudensi; Romae Celsus Sacrae Teologia operam dedit; Salmanticae Celsus Clasicae Philologiae operam dedit; Celsus Compostelanae Universitatis magister; Celsus magister latinitatis apud Vicum Spacorum, como resumen de su biografía académica. Y luego prosigue el relato de otras facetas, tales como: De Celso sacerdote; De Celsi apostolatu apud iuventutem (la JUM); De secreta caritate; De vigilia nocturna et diurno sonno, para referirse a las idiosincrasias circadianas de los sueños del benemérito sacerdote; De autocurru velocissimo, para contar episodios de los muy diversos Celsomobiles del biografiado, que eran lugar de lectura, corrección de exámenes, cama u oratorio… Finalmente, De novissimis annis et de morte Celsi y De sapientia subtilissima et Gallaeco aceto ponen fin a una – repito que cariñosa, amable y admirable semblanza- aludiendo a la siempre reiterada, entre bromas y veras, santidad de don Celso. Lógicamente su humildad rehuía con gracia tal atribución; pero ahora, parafraseando el humor del papa Francisco, podríamos decir de don Celso que fue “el santo de la clase de al lado”. Y en nombre de los innumerables amigos de Celso, ¡muchas gracias por ese “Studia in honorem Celsi”.