¡Con qué expresiva unción nos leía el profesor de literatura, don Ursicino Rey, los grandes textos de la literatura universal para hacer nacer en nosotros desde la infancia el amor a la lectura y a las artes! Aquella tarde nos trajo un libro grande, forrado en imitación de pergamino con unas preciosas láminas descriptivas del texto, que luego fuimos admirando de dos en dos, pasando las hojas con sumo cuidado, pues se trataba, nos explicó, de una muy valiosa edición especial de la Divina Comedia en la lengua original. Nos temblaban las manos al tocar la obra y aún me parece oírle paladear teatralmente los versos iniciales: “Nel mezzo del cammin di nostra vita mi ritrovai per una selva oscura ché la diritta via era smarrrita” (“en mitad del camino de la vida, me sorprendí en una selva oscura, pues había perdido el camino recto”).
El pasado día 25 de marzo, el día en que se celebraba el inicio del año nuevo en tiempos de Dante, el papa Francisco publicó una Carta Apostólica “Candor lucis aeternae” (“Resplandor de la luz eterna”) en la que recuerda el séptimo centenario de la muerte de Dante Alighieri, subrayando la actualidad, perennidad y profundidad de la Divina Comedia. Me atrevo a decir que la pretensión principal de este artículo es recomendar la lectura de ese documento pontificio a los profesores de literatura, a los artistas en general y a cuantos amemos y disfrutemos de la belleza y del arte, pues se entretiene Francisco -que fue profesor de literatura en los tiempos de jesuita joven-, en resaltar la perennidad de la obra dantesca.
“Animo de manera especial, escribe papa Francisco-, a los artistas para que den voz, rostro y corazón, que otorguen forma, color y sonido a la poesía de Dante, siguiendo la vía de la belleza, que él recorrió magistralmente; y que así se comuniquen las verdades más profundas y se difundan, con los lenguajes propios del arte, mensajes de paz, libertad y fraternidad”
Después de recoger algunas referencias y hermosas citas de sus predecesores referidas al poeta padre de las letras italianas en otros momentos de la historia, se pregunta el papa si tiene Dante “¿algo que decirnos, que ofrecernos? Su mensaje, ¿tiene para nosotros alguna actualidad, alguna función que desempeñar? ¿Todavía nos puede interpelar?” Y el mismo responde a lo que puede comunicar a nuestro tiempo: “Dante hoy no nos pide que sea solamente leído, comentado, estudiado y analizado. Nos pide más bien ser escuchado, en cierto modo ser imitado, que nos hagamos sus compañeros de viaje, porque también hoy quiere mostrarnos cuál es el itinerario hacia la felicidad, el camino recto para vivir plenamente nuestra humanidad, dejando atrás las selvas oscuras donde perdemos la orientación y la dignidad. El viaje de Dante y su visión de la vida más allá de la muerte no son simplemente el objeto de una narración, no constituyen un mero evento personal, por más que sea extraordinario”.
Setecientos años después de su muerte, acaecida en 1321 en Rávena, en un doloroso exilio de su amada Florencia, Dante continúa hablándonos. El papa le llama profeta de la esperanza y poeta del amor y la misericordia, además de cantor y testigo del deseo humano de felicidad y hombre que da la vida por no perder su libertad.
Recojo una última cita del documento papal para subrayar la actualidad del poeta florentino y universal: “En este particular momento histórico, marcado por tantas sombras, por situaciones que degradan a la humanidad, por una falta de confianza y de perspectivas para el futuro, la figura de Dante, profeta de esperanza y testigo del deseo humano de felicidad, todavía puede ofrecernos palabras y ejemplos que dan impulso a nuestro camino. Nos puede ayudar a avanzar con serenidad y valentía en la peregrinación de la vida y de la fe que todos estamos llamados a realizar, hasta que nuestro corazón encuentre la verdadera paz y la verdadera alegría, hasta que lleguemos al fin último de toda la humanidad, «el amor que mueve el sol y las demás estrellas» (Par. XXXIII, 145), como canta en su viaje por el paraíso.