Publicado no Faro de Vigo, o 19 de xaneiro de 2023
En la mañana del 18 de enero de 2023, a punto de cumplir los 80 años de edad, falleció en Vigo José Rodríguez Ubeira, actualmente párroco de san Salvador de Sobrada y de Piñeiro en el concello de Tomiño. Pepe Ubeira, como era conocido coloquialmente, era sacerdote desde 1966 y además de licenciado en Psicología, fue durante 38 años profesor de Religión en distintos centros de enseñanza de la ciudad —colegio María Inmaculada-Carmelitas, Sta. Irene y Alexander Bóveda de Coia— y, de esos años, 36 años lo hizo como delegado de Enseñanza de la diócesis de Tui-Vigo.
Su cuerpo está siendo velado en el tanatorio de Guillarei hasta las 14,30 de hoy (jueves 19 de enero), hora en que será trasladado al templo parroquial de Sobrada en el que a las 16,30 se celebrará la misa exequial por su eterno descanso.
Pepe Ubeira dio los primeros pasos ministeriales en Rebordechán y Angudes (1966), luego fue enviado como vicario parroquial de O Porriño y encargado de Torneiros, en donde ejerció como profesor del Instituto de Bachillerato porriñés. En el año 1973 sería nombrado director espiritual del Instituto de Bachillerato Sta. Irene de Vigo, formador, profesor y secretario de estudios del Seminario Mayor de S. José y al año siguiente, además, director del secretariado diocesano de Vocaciones. En 1989, le encargaron de su parroquia natal de Sobrada y en 2006 también de la cercana de Piñeiro, agregándole en 2010 la atención de la parroquia de Guillarei.
Desde hace algún tiempo estaba enfermo y retirado en el hogar familiar hasta su ingreso y posterior fallecimiento en el Hospital Álvaro Cunqueiro.
Sería una injusticia manifiesta olvidarse de la impagable e ingente tarea de Pepe Ubeira como delegado diocesano de Enseñanza en su esfuerzo por dignificar laboralmente la figura del profesor de Religión, procurando que constituyeran un estamento de personas preparadas intelectual y pedagógicamente a la altura de los demás colegas en cualquier claustro docente. Dígase lo mismo de su tesón en organizar para los que éramos profesores entonces, momentos de formación espiritual siempre terminando con una cena o una comida, que favorecía y fomentaba la fraternidad, el conocimiento, el compañerismo e incluso el intercambio de experiencias. Descanse en paz el amigo alegre y trabajador.