«El papa Francisco nos pide que los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) sean soñadores, luchadores y poetas». Este fue el desafío que lanzó Américo Alves Aguiar, obispo auxiliar de Lisboa y responsable de la Fundación JMJ 2023, que el pasado sábado, 22 de octubre, participó en la Jornada Interdiocesana de Pastoral Juvenil organizada por la provincia eclesiástica de Galicia en el colegio San José de Cluny de Vigo. Las cinco delegaciones gallegas han querido crear un espacio de encuentro, formación y celebración para más de un centenar de jóvenes y agentes de pastoral que asistieron y en la que se les invitó a vivir la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud.
«De la PEJ a la JMJ» fue el título de la charla que, durante la mañana, impartió el obispo Américo Alves sobre la JMJ que, al igual que la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ) —que tuvo lugar en Santiago de Compostela del 3 al 7 de agosto de 2022—, ofrece a todos los participantes una experiencia de Iglesia universal, propiciando un encuentro personal con Jesucristo. Por primera vez, desde el año 1986 en el que se comienzan a celebrar las Jornadas Mundiales, Lisboa se prepara para acoger a la generación nativa de internet; un reto en el que ya están trabajando y que incluye cambios en las catequesis con el objetivo de transformar la presencia pasiva de los jóvenes en una presencia activa, ofreciendo un espacio en el que puedan expresarse y dar su testimonio. Así mismo, ante el nuevo paradigma digital, el prelado de Lisboa solicitó la ayuda de todos los nativos digitales presentes en la Jornada Interdiocesana para mejorar la presencia de la Fundación JMJ en el mundo digital, «para conquistarnos, rescatarnos, para testimoniar a Cristo vivo ahí donde están los jóvenes».
Terminada la charla, dio comienzo el tiempo de formación con cinco talleres sobre afectividad-sexual, pastoral vocacional y nueva evangelización en tres iniciativas concretas: Alpha, Piedras Vivas y Effetá. También hubo tiempo de compartir y escuchar experiencias sobre la PEJ y la JMJ, en un ambiente celebrativo y lúdico, durante la tarde.
Me sentía un poco bicho raro porque en mi parroquia solo veía señores mayores. En la PEJ, veía que había 12 mil bichos raros
Cíes Sánchez, de la parroquia del Corazón de María de Vigo, compartió su testimonio como voluntaria de la PEJ22, en la que participó animada por su catequista de Confirmación, aunque sin saber con claridad a qué se enfrentaría. Las expectativas eran, más bien, pocas, sin embargo, tal y como explicó Cíes, «esas expectativas se multiplicaron porque tuve la oportunidad de hacer muchos amigos. Me impactó ver como tantos jóvenes estaban cerca de Dios. Fue una experiencia que repetiría». En mayo, Cíes recibió el sacramento de la Confirmación al finalizar la formación de iniciación cristiana en la parroquia del Corazón de María, aunque ella es natal de Baiona donde «me sentía un poco bicho raro porque en mi parroquia solo veía señores mayores. En la PEJ, veía que había 12 mil bichos raros».
De su experiencia en la JMJ de Madrid y de Rio de Janeiro, hablaron Andrés Rodríguez y Miguel Martínez ambos procedentes de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Para Andrés y Miguel, la JMJ supuso un cambio en su manera de vivir la fe, pero, sobre todo, la sorpresa de forjar una amistad sustentada en Cristo. Para Miguel «el hecho de haber participado en la JMJ fue un cambio de 180 grados. Pude vivir un momento de gozo y alegría que revolucionó mi vida y me ha traído hasta aquí que es donde estoy, donde quiero estar. También me ha regalado amistades que van a durar toda la vida». Andrés explica que la JMJ, o experiencias similares, «te permite ver la Iglesia en todo su esplendor. Te ofrece una visión más amplia de lo que significa ser cristiano. Es un chute de energía, porque en España no está de moda ser cristiano-católico-joven».
El obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, presidió la eucaristía de clausura de la Jornada Interdiocesana de este año, después de haber compartido, durante todo el día, estos momentos de encuentro, formación y celebración. En un momento distendido de la tarde, el prelado tudense expresó que los jóvenes tienen ahora muchas posibilidades en la vida, «pero hay una que es jugar a la más grande: ser creyente porque la vida es bonita siempre, pero cuando uno es creyente la vida es maravillosa».
La Jornada Interdiocesana de Pastoral Juvenil de Galicia ha sido una oportunidad para continuar —o comenzar— a soñar en una Iglesia acogedora, que arde con el deseo de transformar los corazones de los más jóvenes a través de iniciativas como la PEJ o la JMJ. Toca desde ahora, ponerse en camino para experimentar, como expresó Luis Quinteiro, una vida nueva: «no perdáis el tiempo, no os despistéis, porque la vida como creyente es la apuesta más grande del mundo. Te puede suponer sacrificios, renuncias, pero la felicidad es otra cosa y no hay felicidad sin cruz».
