Este domingo 17 de octubre, a las 18 horas, en la catedral de Tui, el obispo de Tui-Vigo Mons. Luis Quinteiro Fiuza presidirá la eucaristía de apertura de la fase diocesana del próximo Sínodo de los Obispos «Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión», que el papa Francisco anunció el pasado mes de marzo y que está previsto celebrarse en octubre de 2023 en Roma.
Este Sínodo se articula en tres fases: una diocesana, una continental y una final, en la que participan los obispos de la Iglesia universal. Concretamente, en la diócesis de Tui-Vigo, el obispo ha nombrado el pasado 2 de octubre al sacerdote Samuel Montes Costas responsable de la fase de consulta diocesana para potenciar la creación de grupos sinodales en los diferentes ámbitos de la diócesis —parroquias, asociaciones, movimientos, etc en donde será de especial relevancia, tal y como se expresa en el documento preparatorio del Sínodo, “encontrar un espacio para la voz de los pobres y de los excluidos”—, con el objetivo de conseguir que todo el Pueblo de Dios discierna conjuntamente cómo avanzar en el camino para ser una Iglesia más sinodal a largo plazo.
Con esta eucaristía de apertura, además de iniciar esta consulta diocesana, el equipo coordinador presentará los materiales de trabajo que acompañarán, desde octubre y hasta abril de 2021, a los grupos diferentes grupos sinodales en su camino de reflexión sobre la situación actual de la Iglesia de Tui-Vigo. Todas las aportaciones serán recopiladas en un documento final que se remitirá a la Conferencia Episcopal Española, encargada en última instancia de elaborar una síntesis del sentir de la Iglesia en España que será enviada a Roma.
“Sínodo” es una palabra antigua muy venerada por la Tradición de la Iglesia, que expresa el camino que recorren juntos todos los miembros del Pueblo de Dios. La sinodalidad es el estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia expresando su naturaleza, en su modo ordinario de vivir y obrar. En este sentido, el objetivo de este Proceso Sinodal no es desarrollar una serie de ejercicios que empiezan y terminan, sino construir un camino de crecimiento auténtico hacia la comunión y la misión que Dios llama a la Iglesia a vivir en el tercer milenio.
