Ayer, 1 de diciembre, acompañados por familiares y amigos que abarrotaron la capilla del Seminario Mayor «San José» en Vigo, Miguel Fernandes, seminarista, y Manuel Marín, candidato al diaconado permanente, recibieron el ministerio del acolitado en una celebración presidida por el obispo de Tui-Vigo, Mons. Antonio Valín, junto al emérito, Mons. Luis Quinteiro, y numerosos presbíteros diocesanos; también estuvieron presentes los 22 seminaristas y los 3 formadores que conforman la comunidad del Seminario Mayor Interdiocesano «Apóstol Santiago». Al finalizar la celebración, hubo un ágape para confraternizar.
Durante su intervención tras la Liturgia de la Palabra, el prelado tudense alentó a los nuevos acólitos a «ser signo luminoso en el medio de la noche, ejemplo de responsabilidad, devoción, creatividad y entrega en el seno de nuestra Iglesia. Promoved el gusto por la eucaristía y buscad espacio de silencio ante ese Dios que viene, pero no olvidéis, nunca, que la eucaristía y los pobres van siempre unidos. Esa eucaristía no os puede aislar de los más vulnerables. Todo lo contrario. Vuestra devoción y ministerio será auténtico cuando os lleve a ser pobres con los pobres». También agradeció a Miguel y a Manuel su entrega generosa hacia ese ministerio asumido y, especialmente, a sus familias, «donde Dios hizo surgir su voz».
La Iglesia comenzaba, ayer, el tiempo litúrgico del Adviento, un tiempo de preparación previo a la Navidad, durante el cual, tal y como recordó Mons. Antonio Valín, «estamos llamados a vivir la esperanza, caminando juntos hacia el encuentro diario y definitivo con Dios». Así, exhortaba a los presentes a «estar bien despiertos para discernir la esperanza en medio de tanto abatimiento; de ahí nuestra actitud vigilante y esperanzada. Esta es la actitud del Aviento para acoger a aquel que vino, vendrá y viene en los acontecimientos de la vida».
Este ministerio, que los acerca a ambos un poco más al primer grado del Orden Sacerdotal, el diaconado, conlleva la responsabilidad de colaborar en la preparación de lo necesario para las celebraciones litúrgicas —de modo extraordinario, pueden distribuir la comunión— y en la instrucción de los fieles para recibir los sacramentos. En ambos casos, el acolitado es un paso previo y de aprendizaje para recibir el diaconado, que en el caso Manuel Marín será un estado y ministerio ya permanente y en el del del seminarista Miguel Fernandes será una situación transitoria hacia el presbiterado.