Hoy, domingo 21 de julio, el ayer ordenado obispo en la catedral de Tui, Mons. Antonio Valín Valdés, celebró su primera misa episcopal en la concatedral viguesa en la eucaristía vespertina de las 18:00 horas.
Como es sabido desde 1959, en que el papa Juan XXIII determinó que la antiquísima diócesis de Tui compartiera una sede con la ciudad de Vigo, nombrándose desde entonces diócesis de Tui-Vigo, es preceptivo que el nuevo obispo tome posesión de su ministerio en la catedral y, posteriormente, lo haga en la concatedral-basílica.
La celebración, en la que estuvieron presentes las autoridades eclesiásticas, numerosos párrocos de la ciudad y representantes de las principales asociaciones católicas, así como las principales autoridades, civiles y militares, de la vida política y social de nuestra ciudad, fue presidida por el nuevo obispo al que acompañaba el obispo emérito Mons. Luis Quinteiro.
En la homilía, Mons. Antonio Valín expresó que «la Iglesia es madre y familia, en la que nadie queda excluido y todos somos necesarios, imprescindibles. Todos somos llamados a caminar tras el Maestro, a seguir sus huellas allí donde estemos». Así, tal y como recuerda tantas veces el papa Francisco, el nuevo obispo destacó que «nos toca sembrar, anunciar, animar en un momento de cambio de época», en el que cuenta con todos porque «todas las manos y esfuerzos son necesarios. Nos toca trabajar juntos, en la Iglesia y en las diferentes instituciones de nuestra sociedad, y hacerlo con mirada amplia, aportando cada uno desde su campo y opciones, lo que mejor sabe y puede».
El prelado también agradeció la presencia de los allí congregados, especialmente de las autoridades civiles y militares, a quienes se dirigió con estas palabras: «me pongo a vuestra disposición y cuento con todos en este trabajo común de buscar una mejor y mayor dignidad de nuestros hermanos, especialmente de aquellos que viven en vulnerabilidad».
Finalmente, el nuevo obispo invocó al Cristo de la Victoria, en quien se confía y quien espera, para que «o amor de Cristo, o Señor, arda e apreme dun xeito novo neste momento que estamos a vivir e nos leve a ser discípulos misioneiros cun alento e folgos novos».
Al finalizar la celebración, el obispo saludó personalmente a todos los asistentes.
