Rvdo. D. JESÚS MARÍA FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
D. E. P.
Falleció el día 30 de agosto de 2020
Había nacido en O Porriño el 23 de mayo de 1936, fue ordenado sacerdote en Vigo el 12 de mayo de 1960. Lic. en Teología es autor de varios libros de espiritualidad y fue muy conocido y querido en la diócesis no sólo por su larga etapa como profesor, sino especialmente como Consiliario de Cursillos de Cristiandad. Un nefasto accidente sufrido en la práctica de su deporte favorito, el ciclismo, le tuvo paralizado físicamente muchos años, en los que continuó su faceta literaria y apostólica.
A partir de las 10 de la mañana del lunes día 31 de agosto, será velado en la iglesia parroquial de O Porriño en donde a las 12 se celebrará la misa exequial.
IN MEMORIAM
En memoria agradecida de Jesús María, sacerdote y amigo… Hace un mes despedía a Camilo, ahora tengo que despedirte a ti, querido Jesús María. Sin duda, otro de esos padres que el Buen Dios colocó a mi lado en el proceso de mi vocación sacerdotal.
Recuerdo especialmente los paseos desde la parroquia hasta tu casa, ya antes de ser seminarista, donde me quedaba colgado de tus palabras, tan sabias, tan evangélicas y tan llenas de vida abundante. Te decía muchas veces de broma: “Vengo a Misa para encontrarme con Jesús de Nazaret y para escuchar a Jesús María”. Salíamos de la parroquia a las 8 de la tarde y salía de tu casa cerca de la medianoche.
Me acompañaste con pasión y compasión en los momentos previos a mi ingreso en el Seminario. Pese a tus dolores, siempre tuviste tiempo para escucharme, para animarme y motivarme a no tener miedo y a confiar en el Señor. Me regalaste un espacio de amistad entrañable, me sentí muy querido por ti y me resultó muy fácil leer tus muestras de cariño en tu afectividad tan contenida y compleja. pero tan auténticamente cristiana y entrañablemente humana, así como en tu humor inteligente.
Abriste para mí el cofre de tus tesoros más preciosos: tu relación íntima y personal con Jesús, tu amor de hijo atento con María, tu pasión por la Palabra de Dios, tu vocación de teólogo y músico, tu cariño a tu familia y a tu “niña bonita” (Porriño), tu pasión de cursillista, tu ser sacerdotal cultivado y mimado, así como la bicicleta, lugar de vida y casi de muerte para ti.
Me permitiste acercarme y compartir contigo la cátedra más luminosa de tu vida: la del dolor y el sufrimiento a raíz de tu “golpe”. Pude acompañar tus limitaciones físicas que tanto te hicieron sufrir, y los distintos libros que publicaste, sin duda, los frutos mejor acabados de aquella travesía de oscuridad y tiniebla cotidianas.
Has culminado tu peregrinación, no ha sido fácil, pero la has recorrido con pasión de enamorado. ¡Descansa! ¡Ya no habrá más metas volantes! ¡Cruza la meta de la etapa reina y recibe el abrazo trinitario del Dios de tu vida! ¡Podrás sentarte al piano con Beethoven e interpretar el más grande de los conciertos! ¡Von Balthasar te cogerá de la mano y juntos podréis admirar ya, cara a cara, la Verdad y la Belleza divinas, que tantas veces oraste, celebraste y pensaste! Y, sobre todo, recibe el abrazo de mamita Carmiña, cuya orfandad tanto te pesó, pero que ahora ya sabe a maternidad y filiación eternas.
Recibe, querido Suso, estas palabras tan cargadas de cariño y gratitud de un hijo espiritual, amigo agradecido y hermano sacerdote. Perdona mis ausencias, fruto de mi torpeza, pero no dudes nunca de que en el mosaico de mi biografía tu rostro ha sido, es y será por siempre una tesela central, sin la cual, no sería lo que soy.
¡Descansa en los brazos del Amigo entrañable! ¡Gracias, Padre Bueno, por Jesús María! En él me has visitado, me has acariciado y me han bendecido.
Ángel Carnicero Carrera