Soy Paula Quintela, tengo 20 años, soy de Vigo y estudio medicina en Santiago de Compostela. Esta ha sido mi primera Jornada Mundial de la Juventud y, desde luego, no será la última.
Yo ya conocía la JMJ desde siempre, en el cole nos habían hablado muchas veces de la de Madrid y a mí siempre me había fascinado cómo era posible que tanta gente en el mundo se juntase con un mismo fin. Por eso, cuando hace unos años me enteré de que la próxima sería en Lisboa tenía clarísimo que no me la podía perder. Si no iba a esta, que no podía quedar más cerca, difícilmente iría a otra, ¿no? Así, en cuanto salió la inscripción, sin dudarlo un segundo, me apunté.
¿Qué es lo que más me ha impresionado? Pues buena pregunta, porque han sido días llenos de nuevas experiencias y emociones, de principio a fin. Sin embargo, si tuviera que elegir un momento, sería en el que el papa pasó por primera vez por delante de nosotros. Verlo tan de cerca, con tanta gente coreando su nombre, después de haber estado allí esperándolo, fue una sensación indescriptible. Además, el momento de la vigilia del sábado también fue mi favorito. Millón y medio de personas en silencio, arrodilladas ante Él… Imposible describirlo con palabras.
Por otro lado, los días en las diócesis, en nuestro caso en Faro, los recuerdo con especial cariño. La amabilidad de los portugueses, el trabajo de los voluntarios y las sonrisas con las que nos despertábamos y nos acostábamos cada día hicieron que nos sintiéramos como en casa, y que disfrutáramos de esa semana como la que más.
Yo iba sin expectativas ningunas, no sabía lo que me iba a encontrar y tampoco lo había pensado mucho, simplemente quería divertirme, conocer gente y añadir una experiencia más a mi mochila. Por eso, cada momento me ha sorprendido, porque en ningún momento me esperaba lo que pasaría e iba siempre dispuesta a lo que fuera y con el corazón muy abierto.
Tras todo esto, repetiría sin duda y se lo recomendaría a todo el mundo. Como dijo el papa Francisco: en la Iglesia, hay espacio para todos, vayan y traigan a todos.
Los discursos del papa fueron de lo mejor de la JMJ, pero sin duda la parte que más me gustó fue en la que dijo: «Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. Él los llamó por sus nombres». Me hizo sentir única y especial, y que verdaderamente yo no estaba en ese lugar porque sí.
Además, también dijo frases que jamás olvidaré: «En el arte de ascender la montaña, lo que importa es no caer, si no, no permanecer caído. […] El único momento que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarse».
Si tuviera que concluir qué significó la JMJ para mí diría que una fe madura. Mi camino en la fe ha pasado por diferentes etapas, y después de esta experiencia puedo afirmar mi fe con mayúsculas. Durante estos días, me conmovía ver a los más jóvenes experimentando emociones que yo había sentido en su día, ese proceso igual al de enamoramiento, en el que se veía la ilusión y admiración en sus ojos. Me alegra ver a tanta gente sintiendo y viviendo el amor de Dios.
Esta es la juventud del papa.



