18 de abril de 2024

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San Perfecto
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Sacerdotes del Opus Dei: 1943-2023. Nihil sine Episcopo

Sacerdotes del Opus Dei: 1943-2023. Nihil sine Episcopo

Ignacio Aparisi, vicario del Opus Dei en la delegación noroeste —Galicia, Asturias y Castilla y León— nos ha remitido el artículo que, a continuación, publicamos con ocasión del aniversario que hoy, 14 de febrero de 2023, se celebra y por el que felicitamos a los sacerdotes del Opus Dei:

Sacerdotes del Opus Dei: 1943-2023. Nihil sine Episcopo

El 14 de febrero de 2023 se cumplen ochenta años desde que el Señor quiso coronar el Opus Dei con la Santa Cruz. Hoy damos gracias a Dios por habernos hecho hijos suyos y corredentores con Cristo; gracias por su Santísima Madre, que es también Madre nuestra; gracias por haberse quedado en la Eucaristía; gracias por el sacerdocio ministerial. Gracias por el Opus Dei, que el Señor ha querido por amor a su Iglesia. Gracias por nuestra llamada, que nos ha descubierto la grandeza de la vocación cristiana. Gracias por la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

«Pasaba el tiempo —escribió san Josemaría—, rezábamos; los que iban a ser ordenados por primera vez como sacerdotes de la Obra, estudiaban con gran profundidad, poniendo toda su ilusión. Y un día, el 14 de febrero de 1943, celebrando yo en casa de mis hijas —en la calle de Jorge Manrique—, después de la Comunión, ¡la solución que buscaba!: Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz». Quienes estuvieron presentes en aquella Misa —el Opus Dei comenzó su andadura el año 1928—, recuerdan que después de la acción de gracias por la Comunión les dijo emocionado: «Mirad. Este será el sello de la Obra. El sello, no el escudo: el Opus Dei no tiene escudos. Significa el mundo y, metida en la entraña del mundo, la Cruz». Lo había dibujado en una cuartilla de papel. Al día siguiente enseñó su agenda a Álvaro del Portillo, en la que había escrito en la hoja izquierda del día 14 de febrero de ese año: «En la casa de las chicas, en la Sta. Misa: “Societas Sacerdotalis Sanctæ Crucis”», y debajo el sello de la Obra.

La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz es una asociación clerical unida a la Prelatura Opus Dei. La Prelatura del Opus Dei y la Sociedad Sacerdotal constituyen un mismo fenómeno pastoral, aunque se distingan jurídicamente por ser la Prelatura una entidad de vínculos jurisdiccionales, propios de la comunión jerárquica, y la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, una entidad de vínculos asociativos, como las contempladas en el Código de Derecho Canónico. Asimismo, conforme a los Estatutos otorgados por la Santa Sede, el presidente de la asociación es el Prelado del Opus Dei y, por lo tanto, también es «el Padre» para estos sacerdotes, dentro de la familia sobrenatural de la Obra.

Los clérigos de las diócesis —sacerdotes u obispos— que se adscriben a esta Sociedad Sacerdotal, lo hacen como agregados o supernumerarios, según circunstancias personales. Todos tienen una misma vocación, siguen incardinados en la propia Iglesia particular y dependen solo de su obispo: nihil sine Episcopo, expresión de san Ignacio de Antioquía, que recordaba con frecuencia el fundador del Opus Dei, san Josemaría. Por tanto, no están de ningún modo bajo la jurisdicción del Prelado del Opus Dei. Así mismo, la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz tiene como fin fomentar la santidad de los clérigos seculares en el desempeño de su ministerio y entregarse por amor al servicio de los hombres, especialmente de los más necesitados.

Los primeros miembros de esta Sociedad Sacerdotal fueron sacerdotes procedentes del laicado de la Prelatura. Dentro del largo itinerario jurídico, fue en el año 1950 cuando la Santa Sede aprobó la vinculación de los sacerdotes al Opus Dei quienes, incardinados en otras circunscripciones eclesiásticas, se sintieran llamados a buscar la santidad de acuerdo con el espíritu del fundador. Estos sacerdotes encuentran en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz apoyo y estímulo para su identificación con Jesucristo en su sacerdocio, que abarca todas las dimensiones de su existencia; un espíritu que los lleva a fortalecer la obediencia al obispo, su ordinario, así como a acrecentar su formación espiritual y doctrinal conforme al Magisterio de la Iglesia y a consolidar la unidad y fraternidad con todos sus hermanos en el presbiterio.

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