La Santa Sede acaba de hacer público el mensaje del Papa Francisco para la 54 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, con ocasión de la celebración de san Francisco de Sales. Esta Jornada se celebrará el próximo 24 de mayo, coincidiendo, como cada año, con la fiesta de la Ascensión del Señor; en esta ocasión, bajo el lema “Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Éx 10, 2)”.
El Papa comienza afirmando la necesidad de “buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; que ayuden a reencontrar raíces y la fuerza para avanzar juntos”. Centrándose en el tema de la narración viva, el Pontífice nos recuerda que “el hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días”.
Pero, como comprobamos diariamente, no todas las historias son buenas: “cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices. Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos”, afirma con rotundidad el Papa, lamentando que las historias destructivas y provocadoras de información no contrastada y discursos triviales y persuasivos, repletos de proclamas de odio, rompan “los hilos frágiles de la convivencia […] despojando al hombre de la dignidad”. Frente a esto “una buena historia es capaz de trascender los límites del espacio y del tiempo”. Para el Papa se trata de un trabajo que requiere sabiduría, paciencia y discernimiento para redescubrir “historias que saquen a la luz la verdad de lo que somos, incluso en la heroicidad ignorada de la vida cotidiana”, con relatos bellos, buenos y verdaderos.
Sin duda, como afirma el Santo Padre, “la Sagrada Escritura es una Historia de historias” que nos muestra a un Dios creador que nos llama a la existencia mediante su Palabra en una obra admirable. “En este sentido”, continúa el Papa, “la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios. El hombre será llamado así, de generación en generación, a contar y a grabar en su memoria los episodios más significativos de esta Historia de historias, los que puedan comunicar el sentido de lo sucedido”.
En línea con el pasaje del libro del Éxodo que titula el mensaje, el Papa Francisco recuerda la intervención de Dios en la historia del Pueblo de Israel: “de la memoria de Dios brota la liberación de la opresión, que tiene lugar a través de signos y prodigios. Es entonces cuando el Señor revela a Moisés el sentido de todos estos signos: «Para que puedas contar [y grabar en la memoria] de tus hijosy nietos […] los signos que realicé en medio de ellos. Así sabréis que yo soy el Señor» (Ex 10,2)”.
Así como el propio Jesús hablaba de Dios mediante narraciones breves tomadas de lo cotidiano (parábolas), la narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma: tal es la vocación de los Evangelios, que no son meramente informativos sino “performativos”, por cuanto que nos conforman a Jesús. “Dios se ha entretejido personalmente en nuestra humanidad, dándonos así una nueva forma de tejer nuestras historias”, continúa el Papa, afirmando que “no hay historias humanas insignificantes o pequeñas” ya que “toda historia humana es, de alguna manera, historia divina […] que tiene una dignidad que no puede suprimirse”. Son historias que “el Espíritu Santo, el amor de Dios, escribe en nosotros”, recordándonos el bien inscrito en nuestro corazón, porque “cada historia, incluso la más olvidada, incluso la que parece estar escrita con los renglones más torcidos, puede volverse inspirada, puede renacer como una obra maestra, convirtiéndose en un apéndice del Evangelio”, tornándose testimonios que requieren que se los comparta y haga pervivir.
Es cuando rememoramos este amor de Dios que nos ha creado, cuando, en palabras del Papa, “ya no estamos anudados a los recuerdos y a las tristezas, enlazados a una memoria enferma que nos aprisiona el corazón, sino que abriéndonos a los demás, nos abrimos a la visión misma del Narrador. Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil” y nos permite acercarnos a loa protagonistas: nuestros hermanos.
Para ello, el Papa finaliza su mensaje invitándonos a encomendarnos a la Virgen María con esta hermosa plegaria:
Oh María, mujer y madre, tú tejiste en tu seno la Palabra divina, tú narraste con tu vida las obras magníficas de Dios. Escucha nuestras historias, guárdalas en tu corazón y haz tuyas esas historias que nadie quiere escuchar. Enséñanos a reconocer el hilo bueno que guía la historia. Mira el cúmulo de nudos en que se ha enredado nuestra vida, paralizando nuestra memoria. Tus manos delicadas pueden deshacer cualquier nudo. Mujer del Espíritu, madre de la confianza, inspíranos también a nosotros. Ayúdanos a construir historias de paz, historias de futuro. Y muéstranos el camino para recorrerlas juntos.
El mensaje completo del Papa puede leerse aquí.