Publicado no Faro de Vigo o martes 24 de xaneiro de 2023, coincidindo coa festa de San Francisco de Sales
Con ocasión del cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, el papa Francisco acaba de escribir una preciosa carta, que, recomiendo, titulada en español Todo pertenece al amor, en cuyas primeras palabras nos invita a «recoger la herencia espiritual legada por san Francisco de Sales, que murió hace cuatro siglos, el 28 de diciembre de 1622, en Lyon. Tenía poco más de cincuenta años y, durante los últimos veinte años, había sido obispo y príncipe “exiliado” de Ginebra…». Al recordar esta reciente efeméride, simplemente quería desear lo que también dice la carta del papa en su final: que la celebración del cuarto centenario de su nacimiento al cielo nos ayude a hacer de ello devota memoria y por intercesión del santo se ilumine nuestro camino en el peregrinar terreno. Yo lo pediré hoy especialmente para los colegas periodistas, en este día de nuestro santo patrono, excelente comunicador, según sus biógrafos, que entre la historia real y la fantasía que acompaña a los grandes, suelen decirnos que escribía divinamente, pues, de hecho, sus escritos se incluyen entre las joyas de la literatura francesa.
Seguramente el anecdótico comportamiento del obispo y príncipe ginebrino, que lideraba con sólidos argumentos los debates contra los calvinistas, incluso escribiendo pasquines doctrinales clandestinos, que luego se repartían de noche por debajo de las puertas —para formar a la opinión pública manipulada y monopolizada también entonces por los poderosos—, debió ser lo que impulsó al papa Pio XI para proclamarle el 26 de enero de 1923 —¡otro centenario a la vista!— patrono detodos los que, con la publicación de periódicos o de otros escritos ilustran, promueven y difunden la verdad. Ahora el papa Francisco añade que «ayudó a los hombres a buscar a Dios en la caridad, la alegría y la libertad, en una época de grandes cambios». Modelo en eso, el santo, no solo para nuestra profesión sino para todas y en todo tiempo.
En momentos como los presentes, de grandes cambios y según numerosos estudiosos incluso de cambio total de época, es en los que especialmente se reclama de los periodistas profesionales que, a pesar de las presiones y las dificultades, sean fieles a lo que se espera de ellos: buscadores tenaces de la verdad, defensores de la libertad de expresión y de información sin componendas e hinchas acérrimos de la justicia defendiendo a los desfavorecidos y a los sin voz.
Por ello en la cercana celebración del cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales y en el centenario de la proclamación como patrono de los periodistas, sería conveniente que los profesionales nos preguntáramos sobre su legado para nuestra época. Con el papa Francisco he encontrado indicaciones iluminadoras para nosotros, que bien pudieran apuntarse como principales «su flexibilidad y su capacidad de visión». Efectivamente, un poco por don de Dios, por índole personal, y también por la profundización constante sobre sus vivencias, había descubierto el santo la nítida percepción del cambio de los tiempos. De ahí que aconsejara entonces, y eso es ahora oro fino para los profesionales, que «importa mucho mirar la condición de los tiempos en que se escribe» y rogaba asimismo a los lectores inteligencia y benevolencia porque «si encontrares en mí un estilo un poco diferente al que he usado anteriormente debes saber que en diecinueve años se aprenden y se olvidan muchas cosas; que el lenguaje de la guerra no es igual que el de la paz, y que de una manera se habla a los muchachos principiantes y de otra a los viejos compañeros»; «mi pensamiento ha sido tan sólo exponer sencilla y llanamente, sin artificios ni aderezos de estilo, la historia…» y lo que necesita cada momento.
Creo honestamente que eso es lo que también debiéramos esperar de los veteranos profesionales, como tarea esencial, en este cambio de época: que indaguen y nos den correcta orientación y respuesta adecuada a las necesidades concretas y a las auténticas esperanzas de esta generación. Porque el momento no reclama solo llenar espacios y cubrir tiempos. Al periodista de hoy, como profesional responsable, hay que reiterarle el latinajo del papa con el que titula su carta: todo lo que hagas pertenece al servicio y al bien de los otros, al amor, o no es más que superficialidad y egoísmo estéril. Felicidades, colegas, y gracias si procuramos hacerlo así hoy y cada día.