Y la Palabra se hizo gesto.
La mirada se inclinó,
el Maestro a los pies,
el discípulo a su interior.
Las manos toman el cuerpo,
cansado y sucio del hombre peregrino,
y el agua renueva el cuerpo malherido.
Maestro y Señor nos da la lección
de ser siervo, esclavo por amor,
ser cordero sacrificado en el altar de pasión.
Y la Palabra se dio en alimento.
No es apariencia,
la realidad supera los sueños.
No es mentira, es el mismo Dios,
hecho hombre vendido,
apasionado en pasión,
aprisionado en el corazón.
Es la verdad del Hijo
que solo atiende a razón
que el hombre no comprende
el que se hace prisionero
en la cárcel de su amor.
Y la Palabra se hizo verdad
que se proclama al ser juzgado
por quien perdió el juicio,
el hombre en el engaño
condena a muerte
quien ha vencido la mentira.
Y la Palabra se hizo belleza
la que se oculta tras la sangre
los golpes y suplicios.
Es belleza de semilla
molida para ser amasada
pan de vida que alimenta
una humanidad hambrienta.
Y la Palabra se hizo silencio,
camino de Calvario
piedra y lamento
mirada, agua al sediento.
Y la Palabra se hizo bienaventuranza
pues los pobres, los hambrientos
de paz y justicia,
los golpeados, los harapientos,
los últimos que serán primeros.
Y la Palabra se dejó clavar
y contemplaron en lo alto
al que fue traspasado.
Y la Palabra se hizo silencio,
el día noche,
la historia en tiempo
Dios no se esconde
y pregunta
¿Dónde está tu hermano?
El inocente muerto en cruz colgado.
¿Dónde está tu hermano?
Diciendo que soy perdonado.
¿Dónde está tu Dios?
El la cruz, Cordero inmolado.
Y la Palabra se hizo silencio,
mirada, suspiro,
se hizo abrazo: mujer,
mujer, ahí tienes a tu hijo.
Y la mujer se hizo madre,
maternidad germinada en muerte,
si hay madre hay vida.
Y la Palabra se hizo esperanza
en el vientre de la tierra
que brota y germina
en la vida nueva.
Xabier Alonso